La insuficiencia cardíaca es una enfermedad del corazón que se caracteriza por la imposibilidad de este órgano de cumplir su función de bombear una cantidad de sangre determinada al resto del organismo. Este fenómeno se traduce para el paciente en una serie de signos y síntomas entre los que se incluyen la falta de aire (disnea), ya sea en reposo o con distintos grados de actividad física, cansancio, hinchazón de tobillos y piernas, etc. En otras palabras, se ve afectada la calidad de vida y la supervivencia de los enfermos con insuficiencia cardiaca.
Por otro lado, la insuficiencia cardiaca representa un proceso final común al que se puede llegar tras haber sufrido diversas enfermedades del corazón: valvulopatías (alteraciones de las válvulas cardiacas), cardiopatía isquémica (como un infarto), enfermedades congénitas del corazón (aquellas presentes desde el nacimiento) y miocardiopatía dilatada idiopática (dilatación progresiva del corazón sin causa reconocible), entre otras.
Por todo ello y por su elevada prevalencia en la población (aprox. un 2%) la insuficiencia cardiaca constituye en la actualidad un importante problema social, económico y sanitario. Además y pese a los avances del tratamiento de la enfermedad, su pronóstico únicamente se ha mejorado levemente en los últimos años.
En la actualidad hay distintas formas de tratar a los pacientes con insuficiencia cardiaca: tratamiento farmacológico (pastillas), eléctrico (estimulación al corazón) y quirúrgico (entre ellos el trasplante cardiaco).
Estas herramientas terapéuticas tienen como objetivo mejorar la calidad de vida del paciente (disminuir sus síntomas) e intentar prolongar su vida (incrementar la supervivencia).
En este artículo intentaremos explicar de una manera básica y coloquial uno de los últimos tratamientos que se están empleando en pacientes con insuficiencia cardiaca: la terapia de resincronización cardiaca (Un marcapaso “especial”).
Esta terapia consiste en estimular eléctricamente determinadas zonas del corazón mediante la implantación de marcapaso “especial”. Así, se suelen colocar tres electrodos distribuidos de la siguiente forma: atrio derecha, ventrículo derecho y seno coronario. Mediante el electrodo colocado en el seno coronario (sistema venoso del corazón) conseguimos estimular el ventrículo izquierdo, hecho que define fundamentalmente esa técnica.
¿Por qué puede ser ventajosa la estimulación en el ventrículo izquierdo?. Se ha observado que ciertos trastornos eléctricos (principalmente en el bloqueo completo de la conducción por la rama izquierda de la haz de His) pueden alterar la secuencia normal de la contracción del corazón (lo que se llama sincronía ventricular) y de esa manera hacer más ineficaz aún la función del corazón como bomba.
Cuando existe esta anomalía en la contracción del corazón hablamos de asincronía ventricular. Dicho de una forma más simple, es como si el ventrículo derecho e izquierdo estuvieran descoordinados y no realizaran la contracción a la vez. El efecto que se busca con este marcapaso “especial” es estimular los dos ventrículos simultáneamente, corrigiendo la descoordinación existente y aprovechando mejor la contracción cardiaca.
Sin embargo, esta asincronía ventricular no está presente en todos los pacientes con insuficiencia cardiaca (se estima que solo está en el 30 por ciento de ellos), y por tanto su aplicación queda limitada a aquellos que presenten estos trastornos eléctricos. Existen varios métodos para conocer si un paciente con insuficiencia cardiaca puede ser candidato a este tratamiento de resincronización cardiaca. Como son el electrocardiograma (el más sencillo) y el ecocardiograma. Este último es mas complicado, aunque más fiable, ya que consigue demostrar si existe o no una verdadera descoordinación en la contracción del corazón.
Por tanto, y en resumen, el paciente candidato a recibir este tratamiento de resincronización cardiaca seria aquel con insuficiencia cardiaca grave (síntomas importantes en reposo o al realizar las labores cotidianas), dilatación del corazón con una función sistólica severamente reducida y presencia de trastornos eléctricos como los descritos anteriormente.
La terapia de resincronización cardiaca ha demostrado en varios estudios multicéntricos ser un tratamiento eficaz para pacientes con insuficiencia cardiaca. Cuando se la compara con el tratamiento médico convencional, la terapia de resincronización mejora la calidad de vida, disminuye el número de ingresos hospitalarios por descompensación de la enfermedad, incrementa el número de metros recorridos en el test de los 6 minutos (test que consiste en medir la distancia de metros caminada por un paciente durante ese tiempo) y mejora la clase funcional de los pacientes con insuficiencia cardiaca. En otras palabras, disminuye la sintomatología clínica de estos enfermos. Sin embargo, la tasa de pacientes en quienes esta terapia es efectiva no es del 100 por ciento, y según series, hasta 3 de cada 10 enfermos no se beneficiarían de ella. Por otro lado, aunque parece que la resincronización cardiaca puede disminuir la mortalidad global de los pacientes tratados, en este campo aún los datos son escasos y debemos aguardar a que concluyan estudios actualmente en marcha para dar una respuesta definitiva al respecto.
En conclusión, la resincronización cardiaca es hoy día una alternativa terapéutica eficaz aplicable a algunos pacientes con insuficiencia cardiaca avanzada. Los constantes estudios y avances que se están produciendo en ella deberían llevarnos hacia una mayor aplicabilidad de la técnica, así como a la disminución del número de pacientes que no responden a ella.